Un folio en blanco, un objeto y algo absurdo
Simple: un folio en blanco, un objeto escogido al azar y escribir algo sobre ese objeto. Este es el mecanismo que utilizo para dar vida a #FullaDePaper en Instagram, en mi perfil personal. Luego, enciendo el flexo que ilumina la mesa donde vomito todo lo que me pasa por la cabeza y le saco una foto con la réflex. Hago un nuevo balance de blancos, a lo bruto, y la imagen queda lista para su publicación.
Como todo lo que hago, nunca está pensado a largo plazo. Soy incapaz de recordar si alguna vez he hecho algo pensando «voy a hacer una serie de tal cosa». Solo de pensar que algo puede atarme, que tengo la ‘responsabilidad’ de seguir haciendo aquello que inicie aunque no tenga ganas, me echa para atrás y muere. Es así como, de pronto, me doy cuenta que estoy haciendo algo repetitivamente pero sin pretenderlo. Es así como de pronto me di cuenta que llevaba más de 200 animaciones en stop-motion con plastilina, más de 300 dibujos de unos seres amarillos o escribiendo un blog desde hace más de 17 años. Pfff… tiemblo solo en mirar hacia atrás. Al cabo del tiempo, sacio esa disciplina y la olvido. Es por eso que nunca llegaré a nada en nada. Pero… me la pela.
«Fulla de paper» (‘Hoja de papel’ en catalán) nace con estas dos imágenes que hice por la necesidad de sacar dos ideas que me llenaban la cabeza.
Menuda tontería ¿no? ¿A quién puede interesar esto? Me interesa a mi y con eso me vale. Me relaja y me ahorro la visita a la psiquiatría. A partir de ahí, añado un lápiz con mi nombre en la imagen —a modo de firma por si alguien decide robar las fotos— y una goma. Sí, una goma porque las primeras hacía un previo a lápiz para que quedara más o menos todo centrado. Es mi TOC: el equilibrio.
Y ya por último, lo que más me gusta y que también sale de la absurdidad de mi cabeza: los pies de imagen con citas de Cayo Cornelio Obvio, un filósofo romano inexistente que vivió durante el Siglo I a. C. Este señor ha perdurado en la historia como el mayor de los farsantes. Vestía sus pensamientos de grandilocuencia pero nunca expresaban absolutamente nada. Todo lo que decía, todo lo que salía de su cabeza, era la más obvia de las obviedades. Sus célebres citas se recogieron en unos pergaminos que he rescatado de la biblioteca de Alejandría, la que se quemó el 48 a. C. (No, no calcules el tiempo vivido por Cayo Cornelio, cuando publicó sus pensamientos y cuando hubo el incendio porque no cuadra, es imposible).
He aquí, algunas de las grandes citas de Cayo Cornelio Obvio recogidas en los manuscritos que datan del 44 a. C.:
«Si no te mueves, estás quieto»
«Si todo lo que dices es verdad es muy probable que no mientas»
«Cuanto más lejos está, más distancia te separa»
«La muerte es una putada para el que estaba vivo»
«Cuando olvidas los malos momentos solo quedan los buenos»
«Dudo que dudar sea de personas sabias»
«Las palabras que se lleva el viento no están escritas sobre rocas de granito»
«Si brillas, deslumbras»
«Las buenas historias se cuentan con los dedos de una mano»
«El amor no correspondido no es recíproco»
Un fenómeno.
Tú, esto, lo dices en una mesa llena de comensales con el pleno convencimiento de que estás diciendo lo más trascendental del mundo y, juraría, que más de la mitad de la mesa se levanta y te ovaciona. Solo hay que probarlo.