A finales de octubre de 2016 Twitter anunciaba que cerraba Vine, su plataforma de videos de 6 segundos. Previsible. Un día u otro tenía que pasar. Al igual que pasará en un futuro no muy lejano con Twitter y a lo que se añadirá un giro total —o despopularización— de las redes sociales.
Vine apareció en 2013 como el apéndice que le faltaba a Twitter, su propio video. Siempre he defendido que con 6 segundos bastan para contar una historia con todas sus partes (planteamiento, nudo y final). Pero claro, si al cabo de poco, el monstruo de Instagram te da 15, te pasas ahí cuando necesitas 7. Y si le añades que Twitter se auto-amputa su apéndice porque integra video nativo en la propia red… ¿para qué sirve Vine? Vine servía para descubrir grandes artistas de la imagen (tanto a buenos creadores de contenidos como a aspirantes a cómicos)
He descubierto a excelentes creadores como Meagan Cignoli, Pinot, Johnny McHone, Peter Heacock, Khoa Phan, Xaviera Lopez, Ian Padgham, Alicia Herber, Yelldesign, FJBaldus… entre muchísimos otros, que —posiblemente— de otra manera, no habría tenido en placer de ver sus trabajos. Algunos de ellos, como también es mi caso, Vine les brindó la oportunidad de abrir el grifo de la creatividad y no cerrarlo en ningún momento. No todo el mundo se atreve a mantener un blog donde los posts deben contener una buena y desarrollada historia pero sí, millones de personas, son capaces de ser ingeniosos cuando el texto se limita a 140 caracteres como en Twitter. Pues en Vine, lo mismo: todos podemos enfrentarnos a 6 segundos de video pero no a un minuto o más.
Con la desaparición de Vine se le da una gran patada a la creatividad. A mi modo de ver, Vine es a Instagram lo que Vimeo a YouTube. Sí que en todos sitios hay mierda pero hay plataformas que te facilitan poder esquivarla y centrarte en lo que te interesa.
He dejado de publicar en Vine. Pero no de ahora, sino de hace pocos meses. Y no, no ha sido una visión de lo que iba a suceder, ha sido por «tiempo». Mis historias en plastilina se han desbordado y necesito unos segundos más contarlas. Desde que Vine lanzó la posibilidad de que unos elegidos pudieran subir videos más largos, no he parado de pedirlo sin obtener ninguna respuesta. Quería continuar en esa red y no migrar a Instagram pero… bueno, ya sabemos el final.
Que cierre una red social en la que el video es el protagonista cuando todos se llenan la boca dando lecciones de sabiduría digital diciendo que el contenido es el rey y para ello, el video, es la mejor herramienta, quiere decir muchas cosas del futuro que nos depara con las propias redes sociales. Puede que me equivoque —ya me equivoqué cuando aposté ciegamente por Vine— pero, pasada la fiebre y la adaptación a la sociabilidad, superaremos la sobredosis de egocentrismo, bajaremos la velocidad de consumo y volveremos a escuchar a los que tienen algo que decir. Esto me reconforta. Lo único que pasa es que empiezo a perder la paciencia y Twitter —al que también en su día defendí a capa y espada— me aburre soberanamente.
¿Alguien ha notado que vuelvo a dedicar más tiempo al viejo 4Colors.net y al nuevo StopMotion.4Colors.net que a cualquier otra cosa? Pues eso.
Gracias Vine por tantos segundos de placer visual.